Cuevas de Ellora: una historia religiosa tallada en la roca

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Excavadas en piedra por monjes de tres religiones distintas hace más de diez siglos, las cuevas de Ellora forman un conjunto de templos Patrimonio de la Humanidad.

Escrito por: Javier Galán

Cuevas de Ellora - Entrada

© Shriram Rajalopalam



La costumbre dicta que los templos levantados por nuestros antepasados se construían piedra a piedra. Con todo tipo de materiales, uniones y técnicas. Por eso resulta tan sorprendente encontrarse y comprender el templo de Kailasa, el gran tesoro de las cuevas de Ellora. Su espectacularidad radica en que está formado por una sola roca, lo que la convierte en la escultura monolítica más grande del planeta. El templo Kailasa se esculpió empezando por la parte superior de una escarpadura hasta convertirse en la perla de las 34 cuevas de Ellora, el culmen de la arquitectura sobre roca de India.

El templo de Kailasa de las Cuevas de Ellora es la estructura monolítica más grande del mundo

A unos 30 kilómetros de Aurangabad, en el segundo estado más poblado de India, Maharashtra, se encuentra el conjunto de cuevas de Ellora, declaradas Patrimonio de la Humanidad en el año 1983. A menos de 100 kilómetros de las cuevas de Ajanta, se trata de un conjunto de construcciones excavadas a lo largo de dos kilómetros en una escarpadura de basalto. Comprender lo que ocurrió entre los años 600 d.C. y 1000 d.C. conlleva visualizar a generaciones y generaciones de monjes excavando laboriosamente en esta pequeña pendiente bajo las órdenes de quien tenía en su cabeza un plano que le mostraba el templo que se encontraba dentro de esa montaña. Solo había que retirar lo que sobraba.

Budistas, hinduistas y jainíes excavaron sus monasterios y templos a lo largo de dos kilómetros que conforman las cuevas de Ellora

Las profusas esculturas que adornan las cuevas de Ellora hablan también de la fraternidad entre religiones en India, pues de las 34 excavaciones se sabe lo siguiente. Que 12 son de factura budista de entre los años 600 y 800 d.C.; que 17 tienen impreso el carácter hindú de sus constructores entre los siglos VII y X d.C.; y que tras los cinco restantes está el esfuerzo jainita de los últimos doscientos años del primer milenio. Todos construyendo a la vez sus templos y guaridas para venerar a sus dioses, mirándose de reojo a lo largo de siglos en una carrera de fondo que ha acabado por beneficiar a la vista del visitante.

Cuevas de Ellora - Relieves

© Kushal Das

De entre ellos destaca el ya mencionado templo de Kailasa, nombre que recibe la supuesta morada de Siva en el Himalaya. El rey Krishna I está detrás de la decisión de excavarlo en el año 760 a la mayor gloria del dios. Sus paredes ennegrecidas, siglos después, siguen representando escenas del Ramayana, la epopeya atribuida a Valmiki, o el Mahabharata.

Si nos detenemos en las cuevas budistas podremos comprobar cómo su excavación se debió a una necesidad vital de los monjes, pues algunas las utilizarían para guarecerse, para meditar, reunirse o guardar su avituallamiento. Cada una de las oquedades de las cuevas de Ellora es un mundo en sí misma; las hay decoradas con excelsos budas sedentarios, frisos en los que aparecen parejas copulando, ventanas que permiten la entrada de la luz o relieves.

Las cuevas de Ellora hindúes se notan más intrincadas, más cargadas y elaboradas que las budistas. También ilustran historias de la antigüedad, los animales se codean con los dioses y todo resulta más voluptuoso. Más alejadas se encuentran las de raíz jainí. Destaca entre ellas la preciosa entrada de la cueva Indra Shaba, un intento de los monjes de alcanzar la gloria de Kailasa. Día tras día estos antepasados extrajeron roca de la ladera para construirse su morada y la de los dioses en los que creían, permitiendo contemplar el paso del tiempo y de la fragilidad humana.

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