Cuando recibí la llamada desde el hospital, traté de salir lo antes posible, pero había un problema. Intenté contener a Akshi, invitarle a irse, pero algo me decía que él era una pieza esencial para llegar a ese lugar que tanto habíamos buscado. También algo me decía que el accidente de Peter, quien por suerte se encontraba bajo peligro, tenía que ver con nuestra cruzada por media India. Tras varios intentos, conseguí encerrar a Akshi en un armario pero, ¿acaso alguien puede contener a un pequeño espíritu de la naturaleza? Salí del hotel, llegué al hospital, y Pedro me saludó desde la camilla con el brazo vendado. Al parecer, había recibido un disparo desde lejos mientras circulaba por la autovía. «Tenemos que irnos de India o seguir hasta el final», dijo. A los pocos minutos, alguien gritó desde el otro lado del pasillo. Un pequeño Akshi había conseguido encontrarme, colarse en la habitación y tirar de mi mano. Cuando quise apartarme, descubrí que tenía escritos unos números bajo la patita: era el mismo número de las coordenadas. Peter trató de levantarse a duras penas, y se vistió. Nos quedábamos.