
Tras ver la fecha que aparecía en el móvil, Peter y yo no supimos cómo encajarlo: podía ser un simple fallo técnico, pero al vernos agitados, se la mostramos también a Rajkumar. Él entrelazó sus manos y nos miró con esa sonrisa de quien sabe algo que el resto no conoce. «Seguidme», nos dijo. Peter y yo nos miramos y decidimos continuar, mientras Akshi parecía totalmente familiarizado con la situación y brincaba tras los pasos del sacerdote. Rajkumar encendió una especie de candil y cruzamos por el bananero hasta advertir a lo lejos una extraña estructura en forma de plumero. Al encender la linterna, comenzamos a sentir el sonido de las aves nocturnas en las marismas, la luna parecía más cercana y, de repente, Rajkumar se giró hacia nosotros de forma violenta mostrando en su muñeca el tatuaje de una fecha: 20 de octubre de 2052. «Ese día fue cuando todo acabo y tuvimos que preservar lo real para no morir del todo». Al echar la vista hacia los pies, comprobamos un enorme socavón en la tierra. Era el impacto de algo que había sucedido en algún momento del pasado. O del futuro.





