Cómo es un templo hindú

Ya vimos en artículos anteriores que el hinduísmo más que una religión es una forma de vida. Quizás por eso, en sus orígenes el hunduísmo se practicaba al aire libre y no había templos tal y como los entendemos ahora. El lugar de culto era algo que se construía de forma provisional, que se establecía allí donde cada uno elegía para meditar o rezar.

Hoy, a diferencia de una iglesia o una mezquita, un templo hindú no está concebido como un lugar para congregar a los fieles o practicar el culto. Se entiende más bien como un “hogar” para la presencia divina, en cualquiera de sus formas.
Por ejemplo los hindúes no celebran una boda o un funeral dentro del templo, sino que lo hacen en casa u otros lugares.

Templo de Chindambaram, Tamil Nadu (India)

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Mándalas y yantras, los mapas del cosmos

Cuando un individuo crea un mándala o un yantra sigue una tradición precisa que le lleva a representar de una manera especial el drama mismo de su alma.

Mandala

Los mándalas (o mandalas) y los yantras son diagramas sagrados utilizados por el budismo y el hinduismo para representar la estructura del Universo y del ser humano, en cuanto a réplica microcósmica del macrocosmos. Estas pequeñas muestras totalizadoras de la proyección geométrica del comos se suelen organizar mediante un círculo (centro del universo y soporte de concentración) inscrito dentro de una forma cuadrangular. En la práctica, los yantras hindúes son lineales y geométricos, mientras que los mándalas budistas son figurativos.

El estilo y significado específico de cada mándala o yantra se explica según la época y la comunidad que lo realiza. Sin embargo, todos tienen algo en común: su patrón está organizado alrededor de un punto o raíz central, conocido como bindu, que representa la matriz creadora del universo, su misma esencia.

Un camino de ida y vuelta

La creación de un mándala o un yantra es, además de un minucioso trabajo que desarrolla la paciencia y la constancia, una meditación activa, un poderoso instrumento de concentración y relajación. La relación que se establece a través de la contemplación de su geometría conduce a un estado mental que invita a explorar los rincones de la psique.

Psicológicamente la forma en que se dibuja y/o pinta un mándala o yantra tiene un simbolismo especifico. Así, cuando se comienza desde el centro hacia fuera se hace presente una exteriorización de las emociones, mientras que de fuera hacia dentro es la búsqueda del propio centro y la asimilación del conocimiento la que se hace patente.

La psicología occidental y los mándalas

Uno de los padres de la psicología, Carl Gustav Jung, investigó los mándalas como fenómenos psicológicos. Para Jung, que consideraba que el hombre moderno estaba desintegrado, separado de sí-mismo, el mándala constituía una forma arquetípica capaz de contribuir a su integración.

“Hoy día el símbolo geométrico del círculo ha vuelto a desempeñar un papel importante en la pintura. (…) El círculo es un símbolo de la psique. El cuadrado es un símbolo de materia terrenal, del cuerpo y de la realidad. En la mayoría del arte moderno, la conexión entre esas dos formas primarias es inexistente o libre y casual. Su superación es otra expresión simbólica del estado psíquico del hombre del siglo XX: su alma ha perdido las raíces y él está amenazado por la disociación. (…) Pero la frecuencia con que aparecen el cuadrado y el círculo no debe desdeñarse. (…) Esas formas aparecen, a veces, como si fuesen gérmenes de un nuevo crecimiento». (Carl Jung)

Jung cuenta en sus memorias que durante la Primera Guerra Mundial, siendo comandante de un campamento de prisioneros en Suiza, empezó a dibujar cada mañana un mándala que reflejaba su estado de ánimo interno. Según él, era como una radiografía de su psiquis. En ella iba observando cambios sutiles en su crecimiento personal. Era como si fuera armonizándose en torno a un núcleo, un punto central, un centro magnético que lo iba conduciendo hacia una paulatina integración. Fue así como comprendió que la meta del desarrollo del individuo es su Ser, y que su evolución no es lineal, sino espiral.

Prueba con el Sri Yantra

En India, la práctica de pintar mándalas es algo común. Existen libros, similares a los cuadernos de colorear para niños, con ilustraciones de mándalas dispuestos para ser coloreados. Se trata de un ejercicio que no requiere una destreza especial. Lo importante es dejarse conducir intuitivamente por las figuras geométricas hacia las infinitas posibilidades de subconsciente humano.

sri-yantra

El yantra más famoso es el Sri Yantra que se compone de nueve triángulos yuxtapuestos y colocados de forma que dan origen a 43 pequeños triángulos. Cuatro de los nueve primeros triángulos están orientados hacia arriba y representan simbólicamente la energía cósmica masculina Śivá; los otros cinco triangulos se orientan hacia abajo y representan la fuerza femenina Śakti. Estos triángulos están rodeados de un loto de ocho pétalos que simboliza a Vishnú. Envolviéndolo, un loto de dieciséis pétalos, representa el poder del yogui sobre la mente y los sentidos. Encerrando este loto se encuentran cuatro líneas concéntricas que se conectan simbólicamente con los dos lotos. La triple línea que lo rodea designa la analogía entre el universo entero y el cuerpo humano.

La levedad del ser

A menudo, los mándalas o yantras se elaboran con elementos frágiles y perecederos como arena, pétalos de flores o arroz. La construcción de un mándala de este tipo es minuciosa y lleva varios días. Sin embargo, una vez terminado se destruye para cumplir con uno de los propósitos fundamentales de su filosofía: mostrar la impermanencia de las cosas promoviendo el desapego.


Sobre la autora:
NonaNona Rubio es colaboradora de Sociedad Geográfica de las Indias. Le apasiona viajar y nos cuenta historias que hablan de un país inabarcable con el que hay que ser paciente si lo que pretendemos es conocerlo por dentro. Para más información: [Quiénes somos]

Ashrams, el culto al espíritu

Un ashram es una comunidad espiritual en la que convive un maestro o guía junto a sus discípulos. Se trata de lugares tranquilos donde se imparten clases de yoga, meditación o canto, y donde se estudian textos sagrados del hinduismo como los Vedas, los Upanishads o el Bhagavat Gita. También es el lugar donde viven los sannyasis, monjes que han renunciado a la vida mundana y que peregrinan de ashram en ashram entregados a la vida espiritual.
Además de la comunidad, más o menos estable, están permitidas las visitas temporales. Aunque, normalmente, los ashrams no estipulan una cuota fija por la estadía sí que admiten donaciones acordes a las posibilidades de cada visitante.

Ashrams populares en India

© Philippe Roland Wüst

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India, el viaje de las dos mil lenguas

India es un país de gran extensión. De punta a punta y en línea recta, hay una distancia parecida a la que hay entre Madrid y la costa de Nigeria. De lado a lado, algo así como de Barcelona a Bucarest, en Rumanía.
No es de extrañar que en tanto territorio quepan tantas lenguas, dialectos e idiomas diferentes.
Pero además India cuenta con una historia riquísima y una enorme capacidad para la asimilación de influencias manteniendo su propia identidad.

Todo ello ha permitido que hoy en India haya más de 400 lenguas y casi 2.000 dialectos. Una auténtica Torre de Babel, en un meritorio país capaz de organizarse con tal diversidad.
Como curiosidad, los billetes de banco llevan por detrás la cantidad escrita en 15 lenguas diferentes:

Billete de 100 rupias

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Dabbawallas, tradición y eficiencia

Las estaciones de tren en India no son para pusilánimes, y menos las de las grandes urbes. Inaugurado en 1853, el sistema ferroviario del Mumbai es complejísimo. A primera hora de la mañana el espectáculo está garantizado en todas las estaciones de la gran urbe. Pero son los dabbawallas (literalmente «hombre que lleva una caja cilíndrica con comida») los pasajeros más numerosos y famosos de los trenes mumbaitís.

Dabbawalla

Foto por: Meena Kadri (Flickr)

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Don perro y don mono. Una historia sin dueño

Historias, historias… Todo el mundo tiene, conoce o se inventa historias… Pero hay pocas como ésta que me dispongo a contaros…
Se desarrolla en Jor Bagh, un barrio pequeño y de “alto nivel” que se encuentra en pleno corazón de Delhi. Su configuración es la misma que la de otros tantos barrios de la ciudad: casas individuales con pequeños jardines o edificios de máximo tres pisos alrededor de parques centrales, algunas tiendas…

Jor Bach barrio

Por lo demás no deja de ser un barrio más, al que mis hijos y yo vamos a menudo porque algunos de nuestros amigos franceses viven allí (a cambio de un astronómico precio por el alquiler). Pero lo que hace especial a Jor Bagh no son sus distinguidas casas coloniales ni sus nuevas construcciones a la europea, ni siquiera sus exclusivas tiendas de delicatessen. Lo que lo convierte en un barrio especial es “la curiosa pareja”.

La primera vez que la vi estaba yo en el jardín de la casa de mi amiga Isabelle tomando un café tranquilamente. Hablábamos animadamente cuando de repente escuchamos un ruido justo detrás de los árboles, en la calle.
Miré a través de las hojas y vislumbré una figura pequeña que se movía muy rápido, volví a mirar y ya había desaparecido. Entonces dirigí la vista a Isabelle que me respondió con una sonrisa enigmática y un gesto de ¡acompáñame!
Salimos las dos a la calle… Y, sí, allí estaban, la famosa «pareja de Jor Bagh”: un perro pequeño, negro y bastante sucio que caminaba tranquilamente entre los coches, llevando encima de su lomo… ¡un mono!

El mono, aún máspequeño que el perro, llevaba un plátano en la mano izquierda al que quitaba la piel con la derecha, arrancaba un trocito pequeño ¡y lo introducía en la boca del perro!. Lo hacía despacito, con cuidado, casi vigilando que su amigo lo masticara bien y no perdiera ningún trozo en el trayecto de la mano a la boca. Luego, comprobado que «don perro» estaba masticando, él mismo daba un bocado del mismo tamaño e inmediatamente volvía a cortar otro trocito para su amigo…

Don Perro y Don Mono, en Jor BaghLa historia de «don perro» y «don mono» es conocida por los residentes de Jor Bagh que ya están acostumbrados desde hace años a verlos pasear siempre uno al lado del otro. Como en toda pareja que convive desde hace muchos años, cada uno tiene un rol establecido y que cumple a la perfección. En este caso, es don perro quien se queda siempre en la puerta de las casas vigilando, o simplemente esperando, mientras que don mono se encarga de entrar normalmente hasta la cocina, abrir el frigorífico o coger algo apetitoso que esté a la vista. Después sale a la puerta, se lo enseña a don perro y se marchan los dos tranquilamente a saborearlo debajo de algún árbol cercano.
Si don perro no está por la labor de comer plátanos todos los días, don mono, que lo entiende perfectamente después de tantos años juntos, vuelve a entrar a la casa a cambiar el “menú” o prueba suerte en la del vecino de al lado, que al ser extranjeros suelen tener huesos o trozos de carne más apetitosos.

Allí son famosos. La gente los conoce y ni se inmutan cuando los ven pasear con ese aire de complicidad que a mi todavía me cuesta creer. Los dejan entrar en las casas sin problema, y aquí debo decir que don mono suele ser muy cuidadoso y no hace ningún tipo de destrozo.

Don perro y don mono no sólo comen juntos, no sólo pasean juntos… también duermen juntos. Se cobijan el uno en el otro, escogiendo posiciones como todos hemos hecho con nuestras parejas para sentirla cerca. Es asombroso presenciarlo, pues lo hacen con ternura, con paciencia, con complicidad. Como una pareja de amantes viejecitos que, aunque hablen poco, conocen por cada pequeño gesto y el significado de los silencios.

A veces, dice la gente que cambian de barrio por unos días o por una corta temporada. Suelen ir a Golf Link, otro barrio de “alto standing” vecino de Jor Bagh.

Me gustan «don perro» y «don mono». Me gusta su historia; me ayuda a no perder la esperanza, a pensar que todo es posible. Que si Don perro y don mono pueden ser amigos y cuidarse, alimentarse y respetarse mutuamente durante años… nosotros, los seres humanos, por mas distintos que seamos, también podemos hacerlo.

Quizás sea que don mono y don perro no saben cual es su karma o no conocen lo que la sociedad espera de ellos. Esto sería básicamente que don mono saltara de árbol en árbol o pasara horas despiojando a sus hermanos, y que don perro corriera detrás de las bicicletas y de los niños que juegan a la pelota mientras mueve el rabo y busca restos de comida en los basurales…
O quizás sí lo saben y simplemente se han rebelado.
O simplemente se conocieron, se gustaron y aprendieron una nueva forma de hacer las cosas juntos…

Sea lo que sea, a mí me gusta pensar que esta historia es India con mayúsculas, un lugar donde todo es posible, a pesar del karma o precisamente por el mismo. Quizás se conocieron en otra vida y están felices de haberse reencontrado en ésta. Quizás fueron amantes sin esperanzas hace muchos años y compensan hoy el tiempo perdido. O quizás son simplemente dos almas solitarias buscando respeto, consuelo, cariño y protección mutuos, que es al fin y al cabo, con karma o sin él, con reencarnación o sin ella, lo que buscamos todos.

A Don Perro y Don mono, con todos mis respetos.


Sobre la autora:
María JoséMaría José Morales y su familia viven en India desde 2009. Suele decir que lleva 20 años aprendiendo y que le encanta hacerlo. En este blog ofrece su particular forma de ver las cosas desde dentro, como mujer, española, trabajadora y madre de 3 hijos deseando y dispuesta a hacer de India su nuevo hogar. Para más información: [Quiénes somos]

Introducción al jainismo: las dos sectas

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El jainismo, como la mayoría de las religiones, tiene sectas o distintas corrientes. Las dos principales son ‘Swetambara’ o ‘vestidos de blanco’ y ‘Digambara’ o ‘vestidos del cielo’ o desnudos.

Los hombres ‘Digambara’ no llevan ropa y van desnudos, ya que practican el no apego al cuerpo. Comen estando de pie en un sitio y no utilizan ningún recipiente. Comen solamente una vez al día.
Llos monjes y las monjas ‘Swetambara’ se visten de blanco. Llevan la ropa sin coser, mostrando que no hay apego hacia ella.

Jainista

Foto: Álvaro Maldonado, Sociedad Geográfica de las Indias

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