Viaje a Nepal: dando vueltas alrededor de Boudhanath

Escrito por: Javier Galán

Puede que Boudhanath, una de las estupas más grandes de Nepal y del mundo se levantase en honor a Buda, pero quien ha tomado últimamente el mando son los pájaros. Y como tiene forma circular, así como la plaza que la circunda, las cientos de palomas que allí se buscan la vida van dando vueltas hasta que alguna anciana o monje les entrega su ofrenda con forma de pan. El viaje a Nepal y visita la estupa a las afueras de Katmandú se convierte en una parada obligatoria.

Viaje a Nepal: Boudhanath

© Michael Foley

En ese aspecto los pájaros son tratadas como divinidades. Aunque no hagan otra cosa que asustar con sus multitudinarias desbandadas a todos aquellos que visitan, se ganan la vida, rezan o pasan el rato en los alrededores de esta construcción religiosa con forma de montículo que, según a quien se pregunte, contiene un trozo de hueso del propio Buda.

Viaje a Nepal: Boudhanath

© Benjamin Jakabek

Quizá por eso atrae a tantos visitantes por las mañanas y, una vez que estos se marchan, se convierte en el foco de locales y religiosos, que dan vueltas mientras rezan. Si nos acercamos un poco más veremos por qué: incrustadas en la pared exterior, en grupos de cuatro o cinco, se encuentran las 147 ruedas de plegaria que tanta gente hace rodar al día a la vez que recita el mantra Om mani padme hum.

Y todo esto ocurre bajo la atenta mirada de la propia estupa. Recorramos sus diferentes partes, creadas para recordar el camino que hay hacia la iluminación, para entender por qué: la base es un rectángulo que simboliza la tierra. Encima, una cúpula esférica de blanco nuclear que se pinta año tras año y representa el agua. Y encima el fuego lo representa un cubo dorado que lleva pintados los ojos de Buda. Por encima se alza una aguja (aire) y una especie de paraguas (el vacío), pero quedémonos en esos ojos.

Viaje a Nepal: Boudhanath stupa, Kathmandu, Nepal

© Sarahtz

En lo que habrán visto, alzándose sobre tantísimos templos construidos alrededor de este lugar sagrado, bajo su abrigo, desde que era el lugar de descanso tras la primera etapa de la ruta comercial que unía Katmandú y Lhasa, en el Tíbet. Donde los mercaderes rezaban antes de encabezar sus yaks hacia el Himalaya. Y donde ahora viven muchos tibetanos que dejaron sus hogares tras el levantamiento tibetano de 1959.

Y de ahí a los mercaderes que ahora tratan de una manera muy respetuosa de vender sus figuritas de Budas sonrientes, de los niños que se persiguen en círculos, a esa anciana que, quizá por haberlas acostumbrado día a día, puñado a puñado, consigue que varias palomas se le posen tranquilamente sobre sus encorvados hombros. En tu viaje a Nepal es posible respirar la paz.

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El templo dorado de Amritsar [VÍDEO]

La ciudad de Amritsar, próxima a la frontera paquistaní, es una de las joyas aún por explorar por los occidentales. Este epicentro cultural y espiritual del sijismo alberga el Templo Dorado de Amritsar, centro de peregrinación religioso al que los sijs deben acudir al menos una vez en la vida. La espiritualidad, la belleza y las buenas prestaciones para el turista son garantes de una estancia mágica.

Escrito por: Esther Pardo

 

Templo Dorado de Amritsar de noche

© Arian Zwegers

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Viajar a Varanasi – la espléndida ciudad

“… pero ya es la víspera, y con el alba
armados de una ardiente paciencia,
entraremos en la espléndida ciudad.”
Rimbaud

Varanasi, (Benarés), es la ciudad más sagrada para los hindúes. Viajar a Varanasi – a un destino ansiado y también la ciudad donde muchos van a morir. Pero digámoslo abiertamente: Varanasi puede ser infernal. Especialmente el centro de la ciudad. Pero visitarla una vez en la vida,  es una obligación para el viajero.

viajar a Varanasi

Ⓒ Foto cedida por nuestra viajera U.B.A. a Sociedad Geográfica de las Indias

Antes de que amanezca, una marea de peregrinos y visitantes se dirigen hacia el Ganges –el río sagrado-, muchos de ellos para  cumplir el rito de la purificación mediante la inmersión en el río. Los varones lo hacen en calzoncillos o calzonas, las más de las mujeres vestidas con el sari. Relacionar purificación con sumergirse en las aguas putrefactas de este río se deja para los estudiosos, pero a la vista del hombre de otras latitudes, parece un despropósito completo. Pero el espectáculo, contemplado al amanecer  en los ghats  cerca del templo de Kashi Vishwanath, cuando el sol embellece aun más los saris de las peregrinas  y dora las paredes de los templos, es indescriptiblemente emocionante, literalmente inolvidable. Contemplado en directo te deja perplejo.

Viajar a Varanasi

Ⓒ Foto cedida por nuestra viajera U.B.A. a Sociedad Geográfica de las Indias

Para llegar allí, te abres paso entre una multitud de todas las edades- los hombres con ropas muy gastadas de color de azafrán-  hay gran variedad de sonidos, y a medida que te acercas al Ganges la condensación humana se hace más y más densa hasta el punto de abrirte paso a empujones para no perder al guía. Luego damos un paseo por las calles muy estrechas en busca de algún templo y de los lugares de cremación –que parecen leñeras-. La zona entera es una inmundicia. Cagadas de vaca (“caca de vaca”, nos dicen continuamente cuando descubren nuestra nacionalidad), ratas, perros y naturalmente vacas –a veces tienes que subirte donde puedas para que puedan pasar. El olor de la madera o los cuerpos quemados contribuyen a crear un hedor notable. Al salir de este laberinto de calles Lalit exclama: “salimos del infierno”.

© Rixatrix

© Rixatrix

Al anochecer, junto al citado templo de Kashi Vishwanath se celebran ritos religiosos en honor del dios/río. Muy coloristas, enormemente estéticos, oficiados por jóvenes con rasgos occidentales. Con música en directo y sonidos producidos por la variedad de campanas que manejan los oficiantes, perfectamente coordinados. Lo vemos desde una terraza donde nos ha llevado Lalit, y por cuyo uso tenemos que pagar a un mal encarado por habernos conducido hasta allí. “Es un robo”, dice Lalit, completamente indignado porque alguien se aproveche de los asuntos religiosos. Para llegar a la terraza, hemos subido unas escaleras completamente a oscuras y atravesado una habitación parcialmente a cielo raso donde un anciano –que parece muy enfermo- se incorpora ligeramente al oírnos.

Salimos  de allí en busca de nuestros conductores de rickshaw, taxis bicis, que están con otros muchos en un solar en ruinas completamente a oscuras, siniestro, y que daría la sensación que nos han llevado allí para asaltarnos. Nos van sacando con gran fatiga, a fuerza de pedales de la zona, entre un tráfico imposible, un ruido infernal de pitidos, altavoces de los templos, los propios gritos de los conductores de los rickshaws,  las voces de la gente… Al llegar al microbús y luego al hotel, el silencio es extraño. Un lujo al alcance de pocos en la mítica ciudad.

J.J.C.

Ⓒ Taj Hotels (IHCL)

Ⓒ Taj Hotels (IHCL)

Patán, la ciudad perdida del Valle de Katmandú

Escrito por: Tania Rodríguez

Cuentan las leyendas y gentes del Himalaya que ésta es la ciudad más antigua de todo el Valle de Katmandú, que el budismo llegó aquí antes que a ningún otro sitio y que los puntos cardinales tienen formas de estupas. Sea cierto o no, Latipur, también conocida como Patan, es una de las ciudades con más encanto y tradición que el viajero encontrará por tierras nepalíes.

Monsoon in Patan, Katmandú

© Michael Foley

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