Gaurav: cómo la reforestación puede resucitar un oasis

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Gaurav en uno de los bosques que ayudó a crear

Gaurav en uno de los bosques que ayudó a crear. © Afforestt.



Antiguos libros y pinturas retratan la villa de Khejarli como una tierra alfombrada por flora y cientos de árboles autóctonos que regalan alimento y sombra a ciervos, jabalíes, leopardos y numerosas especies de aves y reptiles.

Pero el panorama que Gaurav encontró cuando fue allí era muy diferente.

Escrito por: Andrea Amado Laín

¿Qué había sido del azul del agua, el verde de los árboles y las pinceladas multicolor de las flores?
Ya no estaban. Los marrones y grises de la desertificación lo dominaban todo; solo quedaban señales de vida de los más resistentes, como si quisieran demostrar que, una vez, aquello fue un paraíso.

Aunque había estudiado ingeniería electrónica, Gaurav descubrió pronto que no terminaba de gustarle y, siguiendo el camino de voluntariados que había hecho para la conservación de ecosistemas, decidió dedicarse profesionalmente a las causas medioambientales.
Después de graduarse, viajó por toda India para sumergirse por completo en el sector medioambiental. Durante ese viaje, trabajó en proyectos con profesionales de diferentes campos, aprendió de granjeros del sur de la India métodos de agricultura sostenible y convivió con diferentes tribus, quienes le enseñaron a construir con recursos naturales casas ecológicas.

 

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En 2017, Gaurav se unió a Afforestt Pvt Ltd, una compañía de Bengaluru que había trabajado en varios proyectos de reforestación.
En ese momento, Afforestt había empezado a investigar los terrenos áridos de Anantapur (Karnataka) y las tierras salinas de Jodhpur (Rajastán).
Gaurav se trasladó de Bengaluru a Rajastán. En concreto, a la región de Marwar que, para hacerse una idea de las características de su terreno, su nombre viene del sánscrito “Maruwat”, que significa “región de muerte”.
Una vez allí, Gaurav se unió al proyecto Maruvan (palabra que significa “bosque del desierto”), que en ese momento estaba inmerso en la tarea de recuperar 18 acres de tierra salina que pertenecían al doctor Sunil Nahar. Según cuenta Gaurav, el doctor quería convertir ese terreno en un lugar de conservación medioambiental que acogiera a ciervos y otras especies de animales.
Cuando Gaurav y su jefe, Shubhendu Sharma, inspeccionaron la zona, se dieron cuenta de lo difícil que sería la tarea.
Las inundaciones relámpago, sequías y extracciones de arena incontroladas habían erosionado la tierra, volviéndola infértil. Apenas quedaba vegetación.
Esta dificultad se vio incrementada por el hecho de que el equipo del proyecto Maruvan no tenía documentación que les informara de la flora y fauna que había antes de que ocurriera el desastre. Así que no contaban con una hoja de ruta a seguir para restaurar la zona.

Plantar especies que no eran nativas no era una opción, incluso podría ser dañino. Así que se lanzaron a investigar para intentar descubrir cómo era el bosque que una vez se extendía por aquella zona.
Gaurav conversó con los lugareños, quienes le hablaron sobre antiguos poemas y pinturas que describían la flora y fauna que poblaban aquellas tierras.
Esta información fue crucial para avanzar con el proyecto Maruvan.
Los poemas y pinturas le enseñaron a Gaurav sobre el bosque de antaño. Le mostraron cómo árboles como el khejri, el khair o el peelu se extendían por todas partes.
Gaurav y su equipo ya tenían la información que necesitaban. Ya podían ponerse manos a la obra.

Para hacer crecer un bosque en aquella tierra yerma tenían que enfrentar el problema de una forma diferente a la que habían usado hasta entonces, la cual les había servido para restaurar tierras fértiles.
Antes de nada, prepararon el terreno para volverlo más fértil. Crearon un lago artificial y cavaron algunos pozos poco profundos (porque, si eran demasiado profundos, se juntarían con las contraproducentes aguas salinas subterráneas) para asegurar una hidratación adecuada de la tierra.

 

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Ya con el riego de la zona asegurado, empezaron a plantar los árboles y plantas autóctonos de los que hablaban las fuentes que habían consultado. Para ello, utilizaron métodos naturales de agricultura, como el mulching (que utiliza las hojas caídas y otros desechos naturales triturados para abonar la tierra).

Tras un arduo trabajo, el páramo se había convertido en un oasis de vegetación.
Los árboles, arbustos y plantas no tardaron en atraer a los animales. Liebres, lobos, zorros indios, nilgais, además de muchas especies de reptiles y aves que recibieron con ganas aquel nuevo hogar.

 

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El proyecto Maruvan había sido un éxito.
En 2020, quienes lideraron Maruvan se independizaron de la compañía Afforestt.
Gaurav y su mujer decidieron quedarse en la zona recuperada, donde construyeron una casa ecológica con los mismos métodos utilizados por los lugareños.
Hoy en día, el graduado en ingeniería electrónica sigue asesorando a ONGs y llevando a cabo proyectos de reforestación.
Cuenta Gaurav que, algo que ha aprendido después de tantos años esforzándose para llevar una vida sostenible es que la naturaleza es resiliente, en cuanto se le facilitan un poco las cosas, ella misma lucha para recuperarse y, de nuevo, llenar todo con su esplendor.

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