El Jardín de los Sueños de Katmandú

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Jardín de los Sueños

Panorámica del Jardín de los Sueños de Katmandú. © Rove



Toda gran ciudad cuenta con un pulmón verde donde olvidarnos del bullicio e inspirar un aire místico. Al menos, esto es lo que promete el Jardín de los Sueños de Katmandú, uno de esos lugares de visita obligada a tu paso por la capital nepalí.

Escrito por: Alberto Piernas

Qué ver en el Jardín de los Sueños de Katmandú

Jardines de Katmandú

Pabellón principal del Jardín de los Sueños. © Retreat Serviced Apartments.

Cuando visitamos la ciudad de Katmandú, todos los caminos apuntan a Thamel, el barrio más famoso de la capital nepalí. Un microcosmos de tiendas, hoteles y restaurantes donde la tradición local se entremezcla con los visitantes: desde sus mercados de joyas y ropajes, hasta los puestos callejeros que emanan el aroma de momos recién hechos o una alfarería que se despliega formando coloridos mandalas. Un pulmón de bullicio y actividad que, en algún momento, invita a inspirar y buscar la paz en el lugar apropiado. Y ese rincón es el Jardín de los Sueños.

Considerado como el espacio verde más famoso de la ciudad de Katmandú, el Jardín de los Sueños (también conocido como el Jardín de las Seis Estaciones), fue construido en 1920 y diseñado por Kishore Narshingh en torno a un área de hasta 6.895 metros cuadrados. De corte neoclásico, el jardín alberga hasta tres pabellones, un anfiteatro y diferentes estanques salpicados de lotos, dando vida a un microparaíso urbano, tan exuberante como obligado de visitar.

Que ver en el Jardin de los Sueños

Lotos en flor. © Nepal Tourism Board

A diferencia de otros jardines que podemos encontrar en Nepal, el que aquí nos ocupa se distingue del resto dado su diseño más europeo y, por ende, pionero en su momento. Especialmente en una época como era la de los años 20, en la que la fusión de elementos coloniales y otros puramente locales era relativamente novedosos en un país como Nepal.

Décadas después, el Jardín de los Secretos continúa siendo ese rinconcito donde la contemplación supone el mejor pasatiempo a través de lagunas camufladas entre el follaje tropical, fuentes de otro tiempo o la presencia de unas nuevas generaciones nepalíes que despliegan sus manteles de pic nic en los días cálidos.

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