Una persona, una historia desde India

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Abdul Aziz Kozgar, asomado a la ventana de su legendaria tienda en Srinagar. © Times of India



India está llena de lugares y personas que nunca debemos consumir, sino aprender a habitar. Estas historias y encuentros lo confirman.

El mundo de los viajes no se entiende sin las personas que conocemos en el camino y se quedan, bien de forma breve, o para toda la vida. Pero en ambos casos, sus historias resonarán en nosotros para la eternidad. La sonrisa inesperada en mitad de una calle de Delhi, un plato marinero reconfortante servido por un chef que después te invita a un vaso de whisky en Kerala, mujeres valientes que trepan cocoteros o amistades con las que hoy nos seguimos enviando cartas y postales.

Para todos ellos, va dedicado este post.

Madhu (Alleppey, Kerala)

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El inolvidable Madhu, cocinando en su restaurante de Kerala. @cheftzac

Conocimos a Madhu una lluviosa tarde de octubre volviendo de los backwaters de Kerala. Ante la duda de volver a Kochi a través de las carreteras mojadas, decidimos hacer un alto en un humilde restaurante donde nos recibió un hombre de sonrisa contagiosa que se dispuso a abrazarnos como saludo. Poco después, nos llevó a conocer su cocina, y nos sirvió uno de sus combos en forma de gambas fritas y curry de pescado con puré de mandioca, arroz y sambar simplemente espectacular. Pero no todo acabó ahí: Madhu nos llevó a tomar un whisky e incluso nos dio una clase magistral a la hora de colocarnos correctamente el típico dothi de India. Sin duda, Madhu es una de esas personas que habitará en nuestros recuerdos de India para siempre.

Mini (Kumbalangi, Kerala)

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Mini junto a uno de los cocoteros de su casa. © Alberto Piernas

Mini tiene 49 años y es una maram keri, palabra hindú cuyo significado – mujer que se atreve a romper las normas – habla de las mujeres que escalan cocoteros para recolectar este fruto en el sur de India. A menudo víctimas del machismo que inunda este sector, heroínas como Mini pueden llegar a escalar hasta 30 árboles por día. En octubre de 2023, tras un recorrido por los backwaters de Kerala, recalamos en la granja de Mini, en Kunbalangi, al sur de Fort Kochi, y su familia no solo nos mostró el noble arte de ascender a los cocoteros, sino también su modo de vida.

La mujer del puestecito de chai de Madurai

Una historia desde India

La mujer del puestecito azul de té chai. © Alberto Piernas

Hay personas cuyo nombre nunca conocimos pero, igualmente, nos regalaron una sonrisa en los momentos más inesperados. Y uno de los recuerdos que más resuenan en mí cuando pienso en Madurai es en aquella señora que todos los días ofrecía té chai en una bulliciosa calle. Un puestecito por el que siempre rondaba una vaca que también buscaba hundir la lengua en el delicioso té que servía aquella señora sonriente con la que comencé a hablar por señas al segundo día. Yo le decía «Spain» y ella me indicaba cómo apartar a la vaca si me molestaba de forma sonriente. Aquella mujer siempre sonreía.

Pandithurai (Karaikudi, Chettinad)

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Con Pandithurai, en Diwali. © Alberto Piernas

Conocí a Pandithurai en Karaikudi, un pueblo en la región de Chettinad, famosa por sus más de 10.000 mansiones de antiguos comerciantes chettiars repartidas por todo el mapa. Solía llevarle la ropa a su lavandería y, en una de las ocasiones, coincidiendo con la víspera de Diwali, me preguntó qué haría ese día. Ante mi duda, me invitó a su casa, donde conocí a toda su familia y comimos un rico sadya en el suelo, como dicta la norma.

El 32 (Dindigul, Madurai)

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Retiro de meditación Vipassana en Dinigul (Madurai). © Alberto Piernas

En los retiros de meditación Vipassana no puedes hablar, mirar ni interactuar con ninguna de tus compañeros durante los 10 días de silencio. Sin embargo, y a pesar de no romper las normas en ningún momento, durante la experiencia desarrollé un curioso lenguaje con el alumno nº32 (yo era el 33), quien todos los días se sentaba a mi lado a meditar. Con el paso de los días, aprendimos a interpretar con leves miradas lo cansados que estábamos, o nos enseñábamos la palma de la mano untada con crema anti mosquito para recordarle al otro que se la pusiera. Cuando finalmente pudimos hablar, me dijo que quería ser actor de Bollywood y, aunque se me ha olvidado su nombre, sí recuerdo el gran abrazo antes de despedirnos el día 11.

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