Escrito por: Alberto Piernas
Nos adentramos en la historia del Taj Mahal, en Agra, el monumento más famoso de la India y cuna de una de las historias de amor más universales de Asia.
Érase una vez un príncipe llamado Shah Jahan, hijo del emperador mogol de la India y futuro heredero del trono. Un joven apuesto, ambicioso y de muchas inquietudes quien, con tal sólo 14 años, decidió aventurarse en los misterios del Bazar Meena, en la ciudad de Agra. Fue allí donde, envuelta entre gemas preciosas y aromas de especias, halló a una princesa persa llamada Arjumand Banu Begum. El romance surgió al instante entre ambos, empujando al príncipe a declararle su amor.
Tras presentarla en la corte y tomarla como esposa, Jahan cambió el nombre de la princesa al de Mumtaz Mahal (la Joya del Palacio). Durante los años siguientes, ambos vivieron una historia de amor propia de Las Mil y Una Noches: pasearon su romance por los parajes más ensoñadores de la India, tomaron juntos grandes decisiones en lo que respectaba al país y tuvieron muchos hijos. Sin embargo, la tragedia se cernió sobre el matrimonio en 1631, año en el que la emperatriz Mumtaz murió debido a las complicaciones surgidas durante el alumbramiento de su decimocuarto hijo.
Oculto en las sombras del luto, Jahan lloró la muerte de su esposa durante meses, sintiendo que su pérdida merecía un digno homenaje. De este modo, en 1632 comenzó la construcción del mausoleo más famoso del mundo, un palacio nutrido por las influencias de las culturas mogola, persa e india, salpicado de fuentes y copado por esas carismáticas cúpulas que convertirían el Taj Mahal en el icono más glorioso de la India.
Tras más de veinte años, la construcción del Taj Mahal fue posible gracias a la gestión de Jahan y el trabajo de más de 22 mil personas entre las que encontramos reputados arquitectos, obreros y artesanos a los que, según la leyenda, el príncipe cortó las manos con tal de que estas no moldeasen una joya arquitectónica igual o superior a la suya propia. Durante aquel período, el cuerpo de Mumtaz yació en diferentes enclaves cercanos, entre ellos una fosa junto al río Yamuna, hasta reposar en la tumba prometida.
Para cuando el Taj Mahal fue finalizado, Aurangzeb, el tercer y más rebelde hijo de Shah Jahan, conquistó la ciudad y encerró a su padre en el Fuerte de Agra. Desde la celda que le separaba de los sueños construidos durante veintitrés años, un impotente y enfermo Jahan pidió como único favor el traslado de la tumba de Mumtaz al cenotafio del Taj Mahal.
Finalmente, el emperador murió en 1666, siendo su cuerpo trasladado al interior del mausoleo, junto al de su fallecida amada.
Desde entonces, muchos han sido los expertos que se han empeñado en desmitificar la romántica historia del Taj Mahal. Sin embargo, el mundo sigue queriendo creer en aquel exótico romance como razón del santuario en el que las tumbas de sendos amantes reposan desde hace más de trescientos años.
A día de hoy, el Taj Mahal, declarado Patrimonio de la Unesco en 1983, continúa siendo el monumento más importante de la India y uno de los grandes highlights de toda visita al subcontinente. Un monumento que recomendamos descubrir bajo esos atardeceres orientales como telón de fondo (y con los pies descalzos), lo cual os permitirá percibir aún mejor el encanto de esa historia de amor que aún suspira entre sus rincones.