¿A qué huelen estos países?

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a qué huelen estos países

La experiencia sensorial de perderse en los mercados de India. © Travelvui



Disfruta del viaje sensorial que ofrecemos a India, Sri Lanka, Maldivas, Bután y Nepal. Porque, ¿a qué huelen estos países?

Escrito por: Alberto Piernas

A qué huele India

Té negro, esencia india. ©Pixabay

Hay una frase del escritor de origen hindú Rudyard Kipling que dice: «Lo primero que hay que hacer para entender un nuevo país es olfatearlo”. Y posiblemente, el señor Kipling no se equivocaba, pues no hay más que comprobar el aroma del azahar para descubrir que paseamos por una playa de Andalucía, el de una bodega que delata a un chateau francés, o el del coco que inunda la gran mayoría de los países asiáticos. Déjanos transportarte a un viaje sensorial a través de los secretos aromatizados de India, Sri Lanka, Maldivas, Bután y Nepal.

¿A qué huele India?

A qué huelen estos países

Aromas místicos en el Ganga Aarti de Varanasi. ©Flickr

¿A qué huelen el misticismo y la espiritualidad? Hay muchas teorías (o, mejor dicho, ejercicios de fe) pero todos coincidimos en la capacidad de los aromas de India para penetrar en las entrañas de nuestra memoria para siempre. El país del Taj Mahal evoca esa combinación a lumbre y sándalo que envuelve las ceremonias fúnebres de Varanasi, o el aroma a patchouli y almizcle que se cuela entre el bullicio de los mercados de Delhi para acompañarte durante todo el periplo.

Incienso en India

Incienso, el aliado sagrada de India. © Harmonydesign

A medida que descendemos desde el norte, India se abre a los aromas cálidos que se cuelan por las ventanillas de sus trenes: el aroma de ese té chai que un vendedor te ofrece cada cinco minutos, los chutneys del coco cuya esencia flota por toda Kerala confirmando la llegada al paraíso, o la esencia de los aceites utilizados en los tratamientos de ayurveda de sus hipnóticos ecoresorts.

Sadya de India

Sadya, un plato keralés lleno de matices. © Scaled

India es donde el aliento del mundo baila con aquellos aromas más místicos y celestiales.

¿A qué huele Sri Lanka?

A qué huele Sri Lanka

Té de Ceilán: Donde nacen todos los aromas de Sri Lanka. © Pixabay

¿Puede el aire oler a especias diferentes en cada nuevo rincón? Sí, al menos en la isla de Sri Lanka, codiciada durante siglos por portugueses, holandeses, chinos o ingleses que desembarcaban en sus costas dispuestos a extraer sus fragantes secretos al resto del mundo. De ahí que cada lugar de «la lágrima de la India» evoque el perfume de una especia diferente: a nuez moscada y a canela, a cardamomono; a cientos de ellas.

En el interior de las cuevas de Dambulla, un monje quema hojas de sándalo mientras busca el futuro en manos ajenas; la selva que envuelve a Sigiriya, exhala los suspiros de la tierra mojada; o Jaffna, al norte de la isla, donde el chile embadurna, según los tamiles, el mejor mango del mundo.

Todo ello, sin olvidarnos del aroma de sus mercados, tan rebosantes de piñas y de plátanos, de coco y mangostán, pero también de un durian cuyo aroma se percibe a metros de distancia.

Fruterías de Sri Lanka

Mercado de frutas en el sur de Sri Lanka. © Scaled

Los matices del té que tantas formas encuentra entre las colinas de Nuwara Eliya: entre locales y puestos callejeros. Al final de una plantación donde aguarda una taza de té de Ceilán.

Pero Sri Lanka también huele a pescado y a sal: en las playas de Mirissa, donde ese vendedor expone bajo una palmera cangrejos tan frescos que aún saben a Índico, para enlazar con el atardecer de Coconut Tree Hill y su misticismo.

También experimentarás esa brisa del mar que doblega al incienso que emana de sus templos.

¿A qué huele Maldivas?

A qué huelen estos países

¿A qué huele el amor? Maldivas lo sabe

El océano Índico se divide en innumerable playas e islas, pero también aromas: desde las islas Comodoro brota la esencia a vainilla que enlaza con el jazmín de Madagascar y salta hasta Maldivas.

El archipiélago del amor, el del azul turquesa y la madera, emana el olor de la gardenia de mar y el sándalo que acompaña los rituales de la pasión, desde la playa más privada hasta el más coqueto resort. El champán, recién abierto en un dhoni, sabe mejor sobre el mar, seguido de los placeres gastronómicos de restaurantes como el Lighthouse de Baros Maldives, o los aceites esenciales de mil matices de sus terapias wellness.

A qué huele Maldivas

Sesión de ayurveda en Maldivas. © TravelMaldives

Pero allí, más allá de los aromas del romance más prístino, las auténticas Maldivas tienen mucho que ofrecer: en algún barrio de casas coloridas, el coco continúa su éxodo por los paraísos asiáticos en forma de bocados de media mañana y figuras milenarias recién talladas. Aromas que, en ocasiones, se ven eclipsados por el de una naturaleza exuberante que eclosiona en flores de fraginpanni al amanecer, la madreselva en las tardes y el eco afrutado que invade cada uno de los atolones del paraíso.

¿A qué huele Bután?

A qué huele Bután

Aroma a pino, la insignia de Bután. © Pixabay

La naturaleza exhala sus propios aromas, pero la contaminación y la actividad del hombre han contribuido a opacarlo con el paso del tiempo. Por ese motivo Bután no decepciona. El país más feliz del mundo representa el aroma de la Madre Naturaleza en estado puro: el de los pinos de sus reservas nacionales o la (paradójica) calidez de una chimenea en los pueblos desparramados por sus montañas.

El de la sabiduría es otro aroma desconocido que encuentra aquí algunos de sus idílicos escenarios. Al entrar en un dzong, o típico monasterio butanés, las estanterías de despliegan, el aroma de viejos libros espirituales bailan con la mirada de un monje y el sándalo envuelve cualquier rincón uno aún más contemplativo.

¿A qué huele Nepal?

A qué huelen estos países

¿A qué huele el techo del mundo? ©Pixabay

Cuentan que el aroma del loto es tan superfluo y místico, que los nepalíes se han empeñado en recrearlo a partir de patchoulí, benjuí, styrax y alcoholes cinámicos que invaden numerosos rincones del país. Especialmente en Kathmandú, ciudad concebida, según la leyenda, a partir de un enorme loto en el valle de Kathmandú. A partir de esta sensación, Nepal regala numerosos aromas entre los que destacan el jengibre y la canela.

La caléndula, esa flor naranja que invita a la buena fortuna y el amor, deja escapar su aroma desde el interior de los templos o incluso a través de restaurantes donde se antoja el mejor sustituto del azafrán. Esencias que trazan el camino de la espiritualidad hasta el techo del mundo a través de los nenúfares frescos en mitad de un estanque en Lumbini, o el sándalo que convierte el camino al Tibet en el perfecto preámbulo al aroma más exótico del mundo: el de las nubes.

¿A qué huelen estos países? ¿Los has visitado?

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